Por: Oscar García Jimeno
Ningún otro planeta produce luz dadora de vida en nuestra Vía Láctea como el sol: la luz de cola de un cometa, no es dadora de vida. ¿Es la luz del sol de naturaleza distinta de la luz de la cola de un cometa?
De ahí se puede deducir que hay diferentes clases de luz. Sin la luz del sol que nos llega, no habría vida en la Tierra: vida sin la distancia a la cual estamos del Sol, tampoco habría vida aquí.
¿Podríamos deducir que sin la distancia a la que estamos del Sol no habría vida aquí? ¿Qué o quién establece y mantiene ambos factores actuando en el tiempo y el espacio? ¿Y el fenómeno del viento solar llegando a nosotros sin destruirnos? ¿Por qué el sistema solar está todavía en el tiempo nuestro?
El tiempo inverso que no destruye pertenece a una dimensión extraplanetaria. Por consiguiente hay diferentes clases de tiempo.
¿Cómo se llega al tiempo inverso desde el tiempo nuestro? Hay la creencia sobre el arte de la alquimia verdadera y posible de alcanzar en uno de los caminos: se afirma que el alquimista francés Nicolás Flamel y su esposa Pernel (Petronila, en español) alcanzaron la piedra filosofal.
Hay otros ejemplos en el conocimiento alquimista: la unión circular de los principios femenino y masculino en el plano terrenal. De ahí, el anillo de oro utilizado en el extendido ritual del matrimonio lineal desconociendo el verdadero significado alquímico del círculo infinito del entreveramiento de la energía sexual de los dos principales eternos de la unión de la energía masculina y femenina, fórmula del origen de todo lo que existe hoy.
La procreación es solo uno de los efectos; otro es la generación de la energía infinita y la vinculación a la misma en todas sus manifestaciones. La famosa transmutación, que tan pocos conocen y ejercen, es el escenario contrario que transformaría positivamente nuestro mundo actual.
La mesa de la leyenda del Rey Aturo es redonda por cuanto es un símbolo alquímico de lo eterno. El círculo no termina.
Morgana viene a ser todo aquello menester de vencer, es decir, en último término el cambio llamado MUERTE.